lunes, 23 de julio de 2012

Mar Moreno ha sido muy crítica con las decisiones educativas del PP



Le echo un vistazo a la web de la consejería de Educación. Tres notas de prensa en la portada, todas contra el Gobierno central. A la inefable consejera se le ha ocurrido ahora decir que las reformas del ministerio llevarán la educación a los años 60: una educación elitista, según Mar Moreno. Habría que citarle lo que escribía Dietrich Schwanitz en
La cultura. Todo lo que hay que saber, un libro que se puso de moda hace unos años: "Se confunde la igualdad de oportunidades al comienzo de la competición escolar con la deseada igualdad de resultados al final de la misma".



En la intervención de la consejera, me ha llamado la atención la loa, lo que ella ha llamado "puesta en valor" (galicismo horrible sin el que no pueden vivir los socialistas), el elogio desmesurado a los directores. Quien no sepa nada del asunto, supongo que habrá creído que los directores de los centros públicos andaluces son elegidos democráticamente por el resto de los profesores. Nada más lejos de la realidad. Alguien filtró la lista de afines malagueña, pero esas listas existen en todas las consejerías y en todos los niveles: la consejería sabe perfectamente cuáles son los profesores leales al régimen.

Se podría pensar que la dirección de los centros escolares funciona de abajo arriba. No, ni mucho menos. Más bien de arriba abajo, siendo el arriba Torretriana. La elección de los directores de los centros la realizan las delegaciones de Educación. Los directores, a su vez, nombran a secretarios y jefes de estudios y, gracias a un Decreto aprobado hace un par de años, a los jefes de de área y de departamento. Sí, en los años 80 se les llenaba la boca con eso de la elección democrática en los centros educativos, pero es algo que ha acabado. A cambio de horarios más reducidos y sueldos más elevados, la consejería cuenta con fieles lacayos que implementan sus políticas.

¿Y qué hacen los directores para que la consejera elogie su labor? Por lo que dijo esta mañana la consejera, apoyar el ajuste de plantillas, ayudar a que se apliquen las 20 horas lectivas. Pero no sólo eso, desde luego. Los directores controlan las bajas, ralentizan el proceso de sustituciones, que por cierto Mar Moreno quiere que se copie en el resto del Estado: claro, pasan días, semanas, hasta que se cubren las bajas. Los directores también controlan el régimen de sanciones en los centros, es decir, procuran que no haya expulsiones. Hace unas semanas, un profesor cordobés fue agredido por el hermano de una alumna; el docente se quejó de que ésta no hubiera sido expulsada antes del centro. El sindicato APIA denunció el hecho y criticó que la consejería diera la imagen de los centros como "un jardín maravilloso de sabiduría, donde los chicos acuden ansiosamente para libar con profusión el néctar de la ciencia".

Por cierto, APIA propuso a la Junta hace unas semanas algunos recortes que evitaran la bajada del sueldo de los funcionarios andaluces. El tijeretazo de Rajoy ha provocado que Mar Moreno se haya visto obligada a implementar dos de aquellas propuestas: ya no se entregará el ordenador a los alumnos de 5º ni se renovarán los libros de texto, por el momento. APIA también pedía que se acabara con el Plan de Calidad. No, esa es una línea que no se puede atravesar: ese plan permite camuflar los resultados escolares mediante un chantaje pecuniario al que pocos profesores pueden resistir. No estamos, ay, en tiempos de Méndez Núñez. Los docentes andaluces, con sueldos que antes de la crisis subían por debajo del IPC y salarios menguantes a partir de 2010, han tenido que aceptar ese dinero del Plan de Calidad; muchos de ellos podrían responder a Vespasiano que sí, que huele, pero que tienen hijos, hipotecas, pensiones de alimentos, alquileres, gastos en combustible.