sábado, 15 de septiembre de 2012

Siempre quedará Andalucía


–Gracias, compañera –dijo el secretario general.

Mientras esperaban que la secretaria de redes e innovación recogiera, los miembros de la ejecutiva echaron un último vistazo a la tabla. Algunos miraban de reojo a los dos representantes catalanes, que habían asistido silenciosos a la presentación.

–Bien, compañeros, ¿qué pensáis? –preguntó el secretario general.

–Vuelvo a decir que me parece precipitado pensar que la situación este al punto de la ruptura –dijo el secretario de relaciones sociales–. Sólo quieren presionar para obtener una mejor financiación, un nuevo marco económico.

–Ya hemos discutido eso durante mucho tiempo, compañero. Ahora se trata de adoptar una estrategia como partido.

–Creo que no debemos hacer nada –señaló la vicesecretaria general–. Está claro que, sin Cataluña, los resultados finales habrían sido los mismos.

–No en 2008.

–Efectivamente, compañero: no en 2008. Pero estarás de acuerdo conmigo que nuestra victoria de 2008 acabó convirtiéndose en una victoria… ¿Cómo se dice?

–Pírrica –puntualizó el secretario de ciudad.

–Eso. Nuestra victoria de 2008 fue pírrica. Comenzamos en una coyuntura económica y acabamos en otra. Quizá hasta nos hubiera venido bien perder en 2008.

Algunos no pudieron lanzar una mirada al secretario general, que debía su puesto precisamente a ese hecho.

–Compañeros, estamos aquí para hablar. Es evidente que el PSOE, el PSC ha ganado todas las elecciones en Cataluña.

–No en 2011 –dijo una voz.

–Ha ganado todas las elecciones a la derecha española –precisó el secretario general–. El PSC ha hecho una política nacionalista de izquierdas, eso es indudable. En el resto de España, la imagen del PSOE, de alguna manera, se ha visto teñida por el PSC. El PP siempre ha estado en contra del sistema autonómico. Lo que tenemos que analizar es si tenemos que cambiar de estrategia, adoptar una política, no sé cómo decirlo, más centralista.

–Eso no se aceptaría en Euskadi –señaló el secretario de relaciones políticas, vasco.

–Los vascos también se van a independizar.

Se levantaron murmullos y los miembros de la ejecutiva comenzaron a hablar entre sí.

–¡Compañeros, compañeros! ¿Qué hacer?

–¡Viva Lenin! –gritó una voz.

–¿Qué? –preguntó la vicesecretaria general a su vecino–. ¿A qué viene lo de Lenin?

–Sí, compañero.

El secretario de ciudad había pedido la palabra levantando la mano.

–Creo, compañeros, que no podemos cambiar de estrategia sin perder credibilidad.

–Sí, sí.

–El secretario de organización no puede salir a la rueda de prensa y afirmar de repente que nosotros siempre hemos sido un partido centralista. No sería creíble.

–En tiempos de Pablo Iglesias era así.

–No podemos cambiar de la mañana a la noche. No podemos levantarnos autonomistas y acostarnos centralistas.

Los miembros de la ejecutiva guardaron un silencio expectante.

–Tenemos que aceptar que muchos de nosotros estamos quemados. No serviremos.

–No serviremos ¿para qué?

–Tendrán que aparecer voces críticas dentro del partido, defensores del centralismo. El secretario general, desde luego, deberá desautorizar a esos críticos. Algunos miembros de esta ejecutiva les prestarán amparo. Cuando se produzca el hecho inevitable, podremos presentar nuestro historial centralista.

–¿Quién tiene que ser ese disidente?

–No tiene que ser uno, sino varios. Algún alcalde, algún diputado, algún miembro del comité federal.

–Algún presidente autonómico.

–No, ningún presidente autonómico –se apresuró a señalar el secretario de ciudad–. Compañeros, tenemos que hacernos a la idea de que probablemente, el PP querrá reformar la constitución. Todo el título octavo va a ir a la papelera.

–Tenemos que defender el título octavo –señaló de pronto el presidente del partido, a su vez presidente de la Junta –. En Andalucía el sentimiento autonomista es muy fuerte. Los andaluces se sienten muy orgullosos de su autonomía.

–Tan orgullosos que no acuden a votar –indicó maliciosamente el secretario de ciudad, que durante años había sido consejero de la Junta.

–No, no, compañeros, no estoy de acuerdo con el análisis del secretario de ciudad. Creo que está equivocado. Está equivocado. El sentimiento autonomista es muy fuerte. En Aragón, en Valencia, en Canarias, en Asturias. El título octavo no se puede discutir. El PSOE siempre nunca ha sido un partido centralista. No somos jacobinos, compañeros. No tenéis que preocuparos por la separación de Cataluña. La secretaria de redes ha hecho un trabajo magnífico, pero no ha introducido los datos andaluces.

El presidente del partido dejó de hablar mientras llenaba un vaso de agua. Bebió lentamente, contento de la expectación creada.

–El PSOE, compañeros, siempre ha ganado en Andalucía. Sólo en 2011, como consecuencia de la crisis y de las desatinadas políticas de recortes del anterior secretario general, no pudimos hacernos con la victoria. Pero al año siguiente, ganamos. Compañeros, al PSOE siempre le quedará Andalucía.