viernes, 14 de septiembre de 2012

La capital de l'Estat català

–¿Por qué no hacer lo mismo que los argentinos?

–¿Los argentinos?

–Buenos Aires siguió siendo la capital del país, pero La Plata se convirtió en capital de la provincia –explicó Frncsc, que había pasado mucho tiempo dándole vueltas a la idea.

–No, no se puede hacer –señaló de manera destemplada Jn, uno de los delegados del Barcelonès–. ¿Cuál va a ser la capital de la veguería? ¿Sant Feliu?

Xv, delegado del Baix Llobregat, preguntó a Jn si es que tenía algo contra los de Sant Feliu. Comenzaron a discutir. Jsp, delegado de la Cerdanya, se despertó y preguntó a su vecino si había que votar alguna propuesta. Frncsc, convencido de la solución argentina, defendía la candidatura de Sabadell como capital de la veguería de Barcelona.

–¿Sabadell? ¿Por qué Sabadell?

Jrd Jrd, delegado del Maresme, que había permanecido en un prudente silencio, se levantó.

–Señores, señores. Por favor.

Poco a poco, los delegados fueron recuperando la calma. Xv y Jn se citaron para más tarde. No precisamente para tomar unas cervezas.

–Señores. Tiene que haber una nueva capital. Eso lo saben ustedes. Barcelona es demasiado grande, enorme. Y tenemos un país casi totalmente despoblado, que ahora es poco más que una excrecencia de Barcelona, un quiste rural.

El delegado de la Terra Alta, gritando que él no era un quiste, lanzó un insulto que pocos entendieron. Se reiniciaron los gritos. Xv y Jn comenzaron a arrojarse bolígrafos, carpetas, un iPad. Varias voces comenzaron a pedir silencio. Jsp, el delegado de Cerdanya, bostezaba y miraba el reloj: la comida no llegaría hasta dentro de una hora.

–¡Señores! Por favor. Déjenme hablar.

Jrd Jrd, a pesar de su gordura, atravesó la sala a toda velocidad y se acercó al enorme mapa que colgaba en la pared del fondo.

–Ésta, señores, ésta será la capital de Cataluña.

–¿Qué es eso?

–Cervera –dijo una voz.

–¿Cervera? Si Sant Gervasi es diez veces más grande.

–Cervera es perfecta, señores. Está en el centro de Cataluña, es pequeña, tranquila, hermosa. Será una capital estupenda.

–Allí fue donde el maldito Borbón llevó la universidad de Barcelona –señaló Jn, que se limpiaba el rostro de la sangre que le manaba de una aparatosa herida que tenía en la frente.

–¿Por qué no Igualada? –propuso Frncsc, que rápidamente se había hecho a la idea de que su plan argentino no contaba con la simpatía de los delegados. Antes ya habían rechazado su plan sudafricano.

–No, Igualada, no.

–¡Creemos una nueva ciudad! Casanova.

–¡Casanova, no! ¡¡Guifrena!!

–¡Pilosa!

–¡Gòtia!

–¡Placídia!

–¡¡Laietana!!

Y así siguieron discutiendo los delegados catalanes.