miércoles, 20 de junio de 2012

Sortu





Adenauer, cuando comenzó a reconstruir lo que había sobrevivido a la locura totalitaria nazi, decidió que nunca más se iba a permitir que en su país se presentara a las elecciones un partido cuyo objetivo último fuera acabar con el régimen político democrático. No, no iban a repetirse aquellos meses de locura de 1933 en que se acabó con toda la legalidad constitucional. Fue así como fueron prohibidos el NSDAP y el KPD: los partidos de ideología totalitaria y antidemocrática no podrían presentarse a las elecciones.

Aquí, en España, todavía nos movemos con los complejos que nos dejó la dictadura: que no fueran legales los partidos políticos durante la dictadura franquista no significa que todos los partidos que quieran registrarse tengan un carácter democrático.

Goebbels, como Sortu, defiende el sistema parlamentario...
Somos un partido antiparlamentario, con buenos fundamentos, que rechazamos la Constitución de Weimar y las instituciones republicanas por ella creadas; somos enemigos de una democracia falsificada, que incluye en la misma línea a los inteligentes y los tontos, los aplicados y los perezosos; vemos en el actual sistema de mayoría de votos y en la organizada irresponsabilidad la causa principal de nuestra creciente ruina. ¿Qué vamos a hacer por tanto en el Reichstag? Vamos al Reichstag para procuramos armas en el mismo arsenal de la democracia. Nos hacemos diputados para debilitar y eliminar el credo de Weimar con su propio apoyo. Si la democracia es tan estúpida que para este menester nos facilita dietas y pases de libre circulación, es asunto suyo. También Mussolini fue al Parlamento. Y a pesar de ello, no tardó en marchar con sus camisas negras sobre Roma.