lunes, 18 de junio de 2012

La ley del embudo



  • El valor de los trajes que le regalaron a Francisco Camps, ex presidente de la Generalitat valenciana: 13.000 euros.
  • Las dietas cobradas por Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo: 30.000 euros.




No son cifras exactas; las reales son más bajas. Pero he preferido redondear. Camps fue juzgado y absuelto (vergonzosamente), por haber recibido unos trajes. Dívar dimitirá porque se muestra incapaz de parar la tempestad que ha caído sobre él a causa de la polémica de las dietas, que jueces y fiscales no consideran ilegales (sólo son inmorales, teniendo en cuenta la crisis que sufre el país). El objetivo está conseguido: deshacerse de rivales políticos.

¿Cuál fue la subvención que recibió MATSA? ¡10 millones de euros! ¡Por emplear a la hija de Chaves! ¿Cuánto recibió el chófer de los ERE? ¡900.000 euros! ¡900.000 euros que no va a devolver! Y se sabe que recibió esa cantidad porque él mismo se autodenunció. ¿Cuántas subvenciones de ese tipo se han repartido por toda Andalucía los últimos años? ¿Cien, quinientos, mil millones de euros? Esta mañana, un comentarista ha dicho que sólo espera que en Grecia se acabe la cleptocracia. Aquí, en Andalucía, después de treinta años, sigue la cleptocracia, una cleptocracia tapada por jueces y periodistas, que millones de andaluces consideran normal.

El otro día, vi a Pedro de Tena en la tertulia de Metropolitan Andalucía. Decía que los andaluces jalean el fraude y la mentira. Ponía el ejemplo del futbolista que conseguía engañar al árbitro y que era aplaudido por el público. Quizá no haya remedio. Los antropólogos y sociólogos hablan de sociedades enfermas, donde no rigen principios morales ni normas de aplicación universal, sociedades que marchan a la catástrofe. ¿Será Andalucía una sociedad enferma?



Quizá este post nos debería haberse llamado La ley del embudo. Aquí, sospecho, se cree que todo está bien mientras no te pillen, mientras los que roben sean de tu partido (si ese partido tiene la sede en la calle San Vicente), mientras sea algo que hacen todos (così fan tutti, se piensa). Aquí nadie discute dietas ni coches oficiales, nadie se preocupa por los regalos que reciben los políticos.