miércoles, 20 de marzo de 2013

Carta a un zangalitrón pirómano

Magnífica carta de Adela Tarifa, publicada en el Ideal de Jaén:

Hola chaval. ¡Soy una profesora de Historia que tuvo la suerte de jubilarse antes de que un zangalitrón -zángano adicto a la litrona- le quemara el pelo en el instituto. Precisamente huyendo de gamberros de esta calaña abandoné voluntariamente un trabajo que me gustaba, la enseñanza. Lo hice para escapar de la LOGSE, invento nefasto que convirtió a los docentes en educadores. Otros colegas resisten al invento, algunos con miedo en el cuerpo. Porque hay que comer. Hoy, visto lo visto, me parece que esa ley educativa era instrumento de la nueva ingeniería social destinada a transformar a los ciudadanos en súbditos y a fomentar separatismos montaraces. A criar zangalitrones. Sé que a ti esto te importa un bledo. La Historia no es tu fuerte. Pero te lo cuento.

Resulta que estaba un día frente a la tele y me encontré contigo: acercabas tu mechero a la melena de una profesora para pasar el rato y triunfar con tu gracieta ante unos coleguillas, clones tuyos, que grababan tu hazaña en el móvil y se partían de risa. Mientras tanto la maestra, que no tenía vocación de Juana de Arco, escapaba espantada. Imagino que has conseguido tu objetivo: meterle el miedo en el cuerpo y castrar su vocación para siempre. O a lo mejor no, y se le ha puerto una mala leche que tú, y otros como tú, pagarán. Eso dependerá mucho de que el inspector de turno, la junta directiva, el consejo escolar, y otros organismos reguladores del oficio la hayan apoyado más o menos ante el atentado. Espero que la profesora no haya pasado además por el suplicio de ser sospechosa de algo tras tu salvajada. Por ejemplo, de que algún papá pijo o un inspector progre, la acuse de haberse ganado tu deseo de asarla viva por no ser lo suficiente guay, que es lo que lo que tu cuadrilla espera: que la profe sea una coleguilla.

Mira criatura: a mí no me calla nadie. Por eso te voy a decir, en román paladino, lo que opino de ti y los tuyos. Hoy por hoy, eres un chulo cobarde. Eres, en potencia, un machista maltratador. Eres un parásito social. Eres un zángano. Eres el retrato de un país que se desmorona, porque sus cimientos, una parte de la juventud, está enferma. Eso eres chaval, una manzana podrida que hay que poner en cuarentena para que no extienda su enfermedad a los de más. Seguramente dirán los psicólogos y pedagogos de turno, tus valedores hoy, que ha sido una travesura de juventud. Que rezando padrenuestros, las penitencias de los curas a los niños malos, eso se arregla. Que le pidas perdón a la maestra chamuscada y pelillos a la mar. Pero no les hagas caso. Tío, escúchame a mí: tú tienes una enfermedad gravísima que no se cura rezando, Tú padeces el síndrome logsiano-rubalcabiano, enfermedad que puede ser incurable y que te convertirá en un inútil total en pocos años. Si no reaccionas, tu futuro es más negro que el alquitrán. Estás ya grave, porque tu dolencia empieza con síntomas suaves, como la vagancia, progresa con la chulería, y acaba en lo de ir por ahí quemando maestras. Entonces es difícil curarse. Por eso, si no cambias, pronto estarás en la lista de parados sin cualificar de por vida; en la de ciudadanos aborregados, esos que votan cada cuatro años lo que les mandan. Serás un hijo-ocupa, un noviete de quita y pon. Un pirómano a ratos. Te lo aviso: si haces caso a lo que te aconsejan hoy algunos educadores blanditos, cuando menos te lo esperes, gozando la fiebre del sábado-noche, te vas a convertir en un padre adolescente subsidiado de por vida. Y un día, en la cola del paro de una oficina cualquiera, te vas a dar cuenta de que el empollón de tu clase, aquel al que tantas putadas le hacías, se ríe de ti porque no sabes ni hablar, porque eres un patán. Chavea, hazme caso y reacciona. Porque si no te curas pronto, antes de que acaben tus años de quemar maestras, ni siquiera tu torpeza mental impedirá que percibas que te has convertido para siempre en un cero a la izquierda. En la nada. Mi papelera, dice que llevo razón, pero no te admite para desintoxicarte del chute logsiano que te consume. Compréndela, de momento eres un peligro público. Cúrate pronto y suerte, que te va a hacer falta. Lo siento muchacho, eres una víctima más al fin y al cabo.