domingo, 16 de junio de 2013

Informe-base de vulneración de la inteligencia en el caso vasco



Sorprendido, abochornado, insultado. Así es como me he sentido cuando he visto el documento publicado el viernes por el Gobierno vasco. No podía creer que se situara en el mismo nivel a asesinos y asesinados, a terroristas que luchaban (¿luchan?) por instaurar un régimen totalitario y a fuerzas policiales de un Estado democrático "según los estándares internacionales".

Pronto me acordé de un artículo que tuve que leer para una de las asignaturas de la carrera. En él, Nelson Manrique analizaba la violencia de Sendero Luminoso, el intento extemporáneo de imponer un régimen absurdo en el país. El autor llegaba a la conclusión de que los peruanos criollos y acriollados no estaban preocupados porque no se sentían amenazados por esa violencia. Era algo que no iba con ellos. Era cosa  de algunos universitarios maoístas y de los pobres indios, terroristizados o aterrorizados. Sólo cuando los senderistas mataron a un periodista de la capital las élites políticas peruanas se sintieron amenazadas: había caído uno de los suyos.

Eso es lo que ocurre en el País Vasco. Las élites de derechas a la que pertenecen los primates del PNV nunca se sintieron amenazadas por ETA. Estaban en medio: no sufrían la violencia de los terroristas pero se aprovechaban de ella, como señaló Arzalluz sin arrobo. Ahora, en este documento vergonzoso, los peneuvistas vienen a intentar trazar una historia imparcial de ese conflicto entre españolistas y abertzales de izquierdas.

En el informe se anuncia que "esta clasificación no debe inducir a equiparaciones, comparaciones o compensaciones de vulneraciones de signo o naturaleza diferente", añadiendo que "debe omitir valoraciones o interpretaciones y centrarse en la descripción de los datos objetivos de que se disponen" (página 5). ¿Cuáles son los datos objetivos? La actuación policial normal supone una violación de los derechos humanos "según los estándares internacionales". Desde luego la policía vasca, la fuerza policial del PNV resulta bien tratada: se afirma que "en la lucha contra el terrorismo, se producen frecuentes casos de inobservancia por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de los estándares de derecho internacional de los derechos humanos", hasta 1982.

Se viene a justificar la violencia etarra. Después de la amnistía de 1977, "se comprueba la insuficiente depuración de algunos aparatos del Estado que siguen actuando habitualmente con métodos propios del periodo franquista". Esta frase incluso viene a decir que las fuerzas policiales durante el franquismo siempre actuaron en contra de toda legalidad. Un guardia civil antes de 1975 no tenía legitimidad para poner una multa de tráfico. Vamos, que lo próximo será revisar la condena de Jarabo y conceder una pensión a sus familiares por ser víctimas de la represión franquista.

La página 10 produce asco: compara los asesinatos de una organización terrorista con la actuación de la policía. Hasta resulta ridícula la terminología. Los asesinatos de ETA no son "accidentes", no, sino "violaciones del derecho a la vida". Las primeras "personas muertas" lo fueron "bajo custodia policial"; los autores del informe dan a entender (deben creer) que la ominosa Ley de Fugas sigue en vigor.



Y llegamos a la página 14, el resumen de la guerra. Las personas muertas por ETA, por las Fuerzas de Seguridad y por parapoliciales y de extrema derecha. Sólo un dato curioso: desde que se aprobó la Constitución los etarras y paraetarras sufrieron 598 atentados contra bienes y amenazas de muerte. ¿Y el resto de la población? Sí, se dice que entre 1.500 y 2.000 personas iban acompañadas por un guardaespaldas, pero no porque su vida estuviera amenazada. Del terror del estilo de las SA no se dice ni palabra pues, después de todo, el carné del PNV hubiera sido una vacuna contra todo esto, aunque quizá no librara del todo de la amarga píldora de la extorsión etarra, del impuesto revolucionario.


Días atrás un terrorista escribió en Twitter: "Sonreíd, porque vamos a ganar". Desde luego ya ha ganado si se le permite seguir haciendo proselitismo desde la cárcel. Ganaron a Zapatero y ya sólo les queda ganar al PNV. Les han dejado ganar. El problema es que ETA y sus adláteres son como Atila: allí por donde pasan no vuelve a resurgir un régimen democrático de garantías. En las Batasunolandias se instala el miedo, la coacción, el totalitarismo. Sí, van a ganar. Y, como no me gustan las palabrotas, me veo obligado a utilizar el inglés para acabar: I don't fucking care. Prefiero vivir en un sitio donde puedo decir libremente que son terroristas los terroristas y cretinos los cretinos que justifican el terror político.