sábado, 8 de junio de 2013

El Tribunal Constitucional, al servicio del poder político



Los medios progresistas, alarmados. El País titula así la noticia: "Rajoy acumula en los tres poderes mayor dominio que ningún presidente". Los singulares de El Plural escriben: "Asalto genovés al Tribunal Constitucional". Público se lamenta que uno de los elegidos sea "el rector que no quiso exhumar a Franco"; Garzón sospechaba que el dictador no había muerto y que se hallaba oculto en Sudámerica, como Bromann, perdón, Bormann, que sigue eludiendo la condena de Núremberg. En El Huffington Post se dice: "El Gobierno reivindica la libertad que concede la ley para permitir el giro conservador del Constitucional".

No voy a criticar la composición del nuevo Tribunal Constitucional. No me parece mal que el PP haya nombrado a la mayoría de los magistrados. Lo que no me gusta es que todos los magistrados sujetan con los dientes un carné político: me parece muy mal la composición del nuevo y del antiguo Tribunal Constitucional. Hace unos días, Pascual Sala tuvo la desvergüenza de defender la independencia del Tribunal Constitucional; es como si Mae West hubiera dicho que ella era una puritana.

Artur Mas sólo ha dicho una cosa con sentido en el último año. Hace poco señaló que el "derecho a decidir" es constitucional. ¿Cómo no va a serlo? ¿No resolvió el Constitucional saltarse la Constitución y hasta la etimología a la hora de decidir lo que es un matrimonio? "No me vengan con constituciones porque saben que si es necesario, se cambian y siempre se interpretan." 

La manera en que funciona el Tribunal Constitucional es perversa: ya no sólo legaliza los ilegales cambios en la Constitución sino que se ha convertido en la última instancia judicial para los que pueden permitírselo. Y siempre al servicio del poder político, que nombra a sus miembros (Artículo 159 de la Constitución). ¿Podemos aceptar como normal que la vicepresidenta del Gobierno recrimine en público a la presidenta del Constitucional?

Causa bochorno lo que ocurrió ayer. Es bochornoso lo que ha venido ocurriendo los últimos 25 años.