domingo, 25 de noviembre de 2012

Cobra



Llevó leyendo sus libros desde hace, ay, más de un cuarto de siglo. Durante años he vuelto una y otra vez a Odessa y Chacal, aunque me olvidé de sus novelas de la guerra fría (El cuarto protocolo, El negociador), que me parecían superadas por los acontecimientos. Sólo hace unos meses comencé a leer sus últimos libros: Vengador, El afgano, Cobra. Este último me ha parecido ingenioso y desolador. ¿Es posible acabar con el tráfico de droga? La respuesta de Forsyth es clara.

Ahora estoy enfrascado en El cuarto protocolo. Siento nostalgia de los 80.

Muerte de un drogadicto
El adolescente agonizaba, solo; nadie lo sabía y únicamente a una persona le hubiese importado. Yacía, esquelético a consecuencia de una vida destrozada por las drogas, sobre un jergón apestoso en un rincón de una habitación inmunda de un edificio abandonado. Aquella pocilga formaba parte de un bloque de viviendas de uno de los diversos proyectos que habían fracasado en Anacostia, un barrio de Washington del que la ciudad no se enorgullecer y que los turistas nunca visitan. Si el chico hubiese sabido que su muerte iba a iniciar una guerra no lo hubiera comprendido, aunque tampoco le hubiese importado. Esto es lo que el abuso de las drogas hace a una mente joven. La destruye.