miércoles, 30 de mayo de 2012

Fernando I de Austria no lo hubiera hecho peor


En marzo de 1848 comienza la revolución en Austria: húngaros, checos e italianos quieren la independencia, los alemanes buscan instaurar un régimen liberal, Metternich se ve obligado a abandonar el poder. Para tratar de calmar a los revolucionarios, el emperador Fernando I es invitado a abdicar. Con el nuevo monarca, Francisco José, parece que el Imperio consigue superar sus problemas: húngaros, checos e italianos son aplastados, se hacen algunas concesiones a los liberales. Sin embargo, se trata de un espejismo. En pocos años, el Imperio sufre una derrota tras otra. Austria pierde la guerra de 1859 y debe entregar el Milanesado a ese país de risa que el Piamonte. En 1866, el ejército prusiano humilla al ejército imperial en Sadowa. Al año siguiente, los húngaros consiguen el viejo sueño de una monarquía dual. Es entonces cuando Fernando de Habsburgo-Lorena, que lleva largos años de silencio en el castillo de Hradschin, dice: "Yo no lo hubiera hecho peor".

De alguna forma, eso es lo que ha pasado en España en unos pocos meses. En noviembre, el PP gana con mayoría absoluta: la prima de riesgo se relaja, se emprenden algunas reformas, Rajoy promete que estos años de hierro pasarán. Todo se ha hundido los últimos días: el déficit es todavía mayor del anunciado y sigue subiendo, los ingresos se han hundido, una de las mayores cajas españolas ha quebrado y la prima de riesgo ha escalado hasta los 540 puntos (más del 7 % de interés). Supongo que Zapatero, esté donde esté, también podría decir lo mismo: "Yo no lo hubiera hecho peor".