martes, 28 de mayo de 2013

La vieja y el tirano

Hace poco se divulgó una encuesta en la que los rusos manifestaban quiénes creían que habían sido sus mejores líderes del siglo XX. Al final, los preferidos eran Brézhnev y Stalin. Claro que no tenían mucho entre lo que elegir: un autócrata (Nicolás II), unos presidentes empeñados en continuar una guerra catastrófica (Lvov y Kerenski), un payaso (Jrushchov), unos zombis (Andrópov y Chernenko), un enterrador (Gorbachov) y un dipsómano (Yeltsin). Al menos los rusos tienen la excusa de que, excepto el último, ninguno de sus líderes alcanzó el poder democráticamente.

En España, el balance comienza a ser desalentador: Zapatero hizo bueno a Aznar y Rajoy lleva camino de hacer bueno a Zapatero. Pronto vamos a hacer como esa vieja de Siracusa que rezaba por la salud de Dionisio.

La vieja y el tirano
—Dime, anciana venerable,  ¿cuál es la razón por la que a diario acudes al templo de la ciudad a rezar a los dioses para que me concedan una larga vida? Todos en la ciudad oran en sentido opuesto y tú, sin embargo, quieres que viva yo por muchos años más.

La anciana permaneció en silencio unos instantes, moviendo los ojos de un lado a otro y sin atreverse a mirar a la cara al tirano. La conducta fue interpretada por Dionisio como un acto de preparación para dar la respuesta que él merecía. La anciana, entonces, miró a los ojos a Dionisio y le dijo:

—Hace muchos años, cuando yo era una pequeña niña, esta ciudad era gobernada por un malévolo gobernante que tiranizaba a todos. Igual que el resto de los ciudadanos, mis padres me llevaban al templo donde orábamos por su muerte pronta. Los dioses oyeron nuestros ruegos y el tirano fue asesinado. Su sucesor y asesino fue aún peor, tanto que mis padres llegaron a hablar con nostalgia del anterior.

Dejo de hablar un momento la anciana recuperando así su aliento y continuó:

—Este nuevo tirano gobernó por muchos años, a pesar de que toda la ciudad rogaba por su muerte. Fue así que ya siendo una mujer madura, este tirano murió y le sucedió otro, que para sorpresa de todos, fue aún peor que los anteriores. Años después comenzó el gobierno de Dionisio, que fue todavía más tirano que todos los anteriores. Por lo que en mi sabiduría de anciana, ruego que Dionisio tenga larga vida y no sufra la ciudad un siguiente gobernante aún peor.