domingo, 8 de diciembre de 2013

600 días de vértigo



Leer este libro ha resultado peor que visitar al dentista. Después de todo, he ayudado a proporcionar material para escribirlo: cobro ahora casi un 30 % menos que antes de la dichosa "desaceleración".

Si alguien no lo ha leído, me temo que me dispongo a arruinarle el desenlace: el inefable Zapatero no tiene culpa de nada. Los culpables de la crisis española son los misteriosos mercados, los falaces rumores, los pérfidos ahorradores alemanes...

El rumor que hundió a Zapatero
El 4 de mayo una agencia de información difundió la noticia de que España pediría a la UE y al FMI ayuda financiera por valor de 280.000 millones de euros. El IBEX 35 perdió un 5,4 por ciento y la prima de riesgo subió veinte puntos básicos aquel día. A ese rumor se le sumó el de una posible rebaja del rating de España por parte de Moody’s y Fitch.

La burbuja
Si hubiésemos percibido la necesidad de pinchar la burbuja, ¿cómo hubiéramos podido hacerlo? No es nada fácil tomar la decisión de pinchar una burbuja sin tener la política monetaria en tus manos. Cabría pensar tal vez en una regulación del Banco de España, con efectos claramente restrictivos sobre el crédito. Pero entonces hay que preguntarse: ¿cuál hubiera sido la reacción en un país que, como el nuestro, crecía con fuerza y creaba empleo? Pinchar una burbuja en un momento de gran expansión es como hacer girar bruscamente el rumbo de un trasatlántico que va a velocidad de crucero...
Éste es a grandes rasgos mi análisis de la burbuja inmobiliaria, a partir de mi experiencia y de mi responsabilidad como presidente del Gobierno. En el Parlamento afirmé en un debate que me arrepentía de no haberla pinchado. Así es, aunque el paso del tiempo tampoco me ha servido para descubrir cómo podríamos haberlo hecho.

Alemania tenía que exportar sus ahorros
Michael Pettis lo ha destacado con agudeza: «La crisis europea no tuvo nada que ver con los ahorradores alemanes y los derrochadores españoles, sino con las políticas para fomentar el empleo alemán. Esos ahorros en exceso se tenían que absorber dentro de Europa y los desequilibrios subsiguientes fueron tan grandes (porque el desequilibrio de ahorro de Alemania era tan grande) que llevaron a las circunstancias de hoy». Y añade este autor: «Los moralizadores que insisten en que España no estaba obligada al boom del consumo —la crítica típica: “Nadie les puso un arma en la sien ni les obligó a comprar teles de plasma”— se equivocan de debate. Puesto que Alemania tenía que exportar sus ahorros en exceso, España no tenía más opciones que aumentar sus inversiones o permitir que sus ahorros se colapsasen ya en la forma de un boom del consumo o un aumento del desempleo. Ninguna otra opción era posible» (Foreign Policy, mayo de 2013).