domingo, 17 de noviembre de 2013

Persona non grata



Espontaneidad contrarrevolucionaria
Tengan cuidado... Aquí nos morimo de ambre... Lo primero que hiso la Revolución aquí fue terminar con las carreras militar y nabal. Todos los oficiales de carrera fueron suprimidos... Vigilen para que no les pase lo mismo a ustede...

El médico cubano
El ochenta por ciento de los marinos rasos, quizás más, sintió nostalgia de las vitrinas de las sociedades de consumo, por inaccesibles para ellos que fuesen. Un médico encontró a un grupo en busca de un bar donde servirse una bebida. Los llevó a su casa y les repartió su ración de café, más un vaso de agua.
—Si un médico vive así en Cuba —comentó después uno de los marinos—, ¡cómo estarán los otros! Que un marino o un gásfiter vivieran así, ¡pase! ¡Pero todo un médico!

Micrograndes proyectos
A mi regreso de la visita, Heberto Padilla se encontraba, desde luego, en el Habana Riviera, donde todavía, contra todas las normas habituales, tenía sus habitaciones. En esos días su excitación había llegado al paroxismo, al descontrol casi completo. Le hablé de los magníficos proyectos que acababa de conocer.
—¡Son micrograndes proyectos! ¿Comprendes? —me dijo—. ¡Micrograndes proyectos!
Yo comprendía muy bien. La economía del socialismo podía concentrar su esfuerzo en un pequeño sector y obtener resultados espléndidos, visibles, aptos también para impresionar al visitante extranjero, pero su significado para el desarrollo económico general del país no debía exagerarse.

Revolución cultural
Mire usted: todos los países socialistas han llegado en algún momento de su desarrollo a la etapa que iniciamos ahora. La Unión Soviética antes y hace poco China, con la revolución cultural... No hay ningún país socialista que no haya pasado por una etapa así, una etapa de suplantación de la vieja cultura burguesa, que siempre lograba sobrevivir después de la revolución, por la nueva cultura del socialismo. El paso es difícil, pero, como le digo, los intelectuales burgueses ya no nos interesan. ¡No nos interesan nada! Yo habría preferido mil veces que Allende, en lugar de mandarnos a un escritor, nos hubiera mandado a un obrero de una mina

La locura en Cuba
Bajamos del jeep a estirar las piernas. Hombres de miradas indiferentes labraban la tierra con palas y picotas, o descansaban sentados en una piedra, con las manos cruzadas sobre los mangos de sus instrumentos de labranza. Sus ojos se clavaban en la lejanía, o nos seguían como si fuéramos parte del paisaje. La presencia de Fidel, que en los pueblos vecinos había trastornado a los pocos que la habían descubierto, no producía en estos hombres, que parecían trabajar o descansar al ritmo de su capricho, la menor reacción.
—Son locos —dijo Fidel—. Los traen del manicomio, que queda cerca, a trabajar en el campo. Parece que labrar la tierra tiene grandes cualidades terapéuticas para los enfermos mentales.
Sin duda era así, y el manicomio moderno, situado cerca de Rancho Boyeros, era una de las obras indiscutibles de la Revolución. Más tarde, en París, un intelectual a quien le conté la anécdota me observó que esos locos que no habían aplaudido a Fidel eran los verdaderos cuerdos, mientras que la gente que aplaudía en las calles en verdad estaba loca. El pensamiento era digno de un liberal europeo, enemigo de toda forma de autoritarismo, pero no carecía, incluso en el contexto cubano, de cierta validez: esos hombres, aunque enfermos del espíritu, eran el pueblo anónimo que trabajaba la tierra; su cordura consistía en contemplar con indiferencia el ajetreo de los grandes personajes.

El fin del paraíso
A nivel colectivo, todas las revoluciones hacen en alguna etapa la misma experiencia: después de la espontaneidad inocente de los primeros años, muerden el fruto pecaminoso que la serpiente de la historia les pone a la vuelta del camino, al alcance de la mano.

En qué ha fracasado el socialismo
Tuve una conversación interesante con el embajador soviético. El soviético dijo que el socialismo había triunfado en toda la línea: en la educación, en la medicina, en las ciencias, en el deporte, en la exploración del espacio, en el campo internacional. En lo único en que había fracasado hasta el momento era en la organización de la economía.
—Pero embajador —le repliqué—: ¡si hicimos la Revolución para eso!

Persona non grata
Usted recordará nuestra conversación de la primera noche. Esa noche yo simpaticé mucho con usted. Me gustó esa primera conversación y fui, como usted recordará, muy deferente. Pero ahora tengo que decirle que nos habíamos equivocado con respecto a usted. ¡Porque usted demostró ser una persona hostil a la revolución cubana! ¡Y hostil a la revolución chilena! Usted fue rodeado desde el primer día por elementos contrarrevolucionarios, enemigos de la Revolución, interesados en darle una visión negativa de la situación cubana, que usted después iba a transmitir a Chile. Todo eso lo supimos de inmediato. Como usted comprenderá, habría sido una estupidez nuestra no vigilarlo. Hemos seguido en detalle cada uno de sus encuentros, de sus pasos, de sus conversaciones. Yo ya estaba muy bien informado sobre usted cuando llegó el Esmeralda, y habrá notado que hice visible mi disgusto al darle la mano en la cubierta del barco. Ahora, después de la actitud amistosa que tuve con usted el día de su llegada, no quería dejarlo irse sin expresarle mi profundo desagrado por su actuación. En rigor debimos haberlo declarado persona no grata, pero no quisimos hacerlo por tratarse de nuestras relaciones con Chile. En todo caso, ha de saber que ya le transmitimos nuestra opinión a Salvador Allende.