domingo, 8 de abril de 2012

SPD



Sólo cuando leí Cabeza de turco, de Günter Wallraf, se quebró un poco mi fe en el SPD. Fue responsable aquel empleador, afiliado al SPD, que no tenía reparos en enviar obreros turcos a una central nuclear donde supuestamente se había producido un accidente. En fin, cerca del poder crecen los aprovechados, como las malas hierbas crecen siempre en los arcenes.

En cualquier caso, sigo juzgando al SPD por sus actos, por algunos de sus actos. Desde luego, a lo largo de su historia ha cometido errores, pero para mí el SPD es el partido de Ebert, que aplastó a los comunistas para que estos no aplastarán a Alemania, y también el partido de Willy Brandt, que tuvo valor para pedir perdón por un horror que él no había provocado. Desde los años 60, además, el SPD no ha tenido reparos en gobernar en coalición con la CDU cuando las circunstancias lo requerían.

En algunas ocasiones he deseado que hubiera un SPD en España: sería mi partido, un partido serio, con el mismo programa en todas las regiones. No sé si la imagen que tengo del SPD es ideal, no real. Tal vez, lo único que quiero es un partido al mismo tiempo patriota e internacionalista, que ayude a los más desfavorecidos, que garantice unos servicios sociales mínimos a todo el mundo, que haga respetar y respete la ley.