jueves, 12 de abril de 2012

Por qué voté a IU

El otro día hablé con un amigo, un amigo de izquierdas. Solemos hablar cada dos o tres semanas. Antes, discutíamos abiertamente de política, pero poco a poco he sentido aquello que decía Stendhal, que cada vez que introducía el tema era como dar un pistoletazo. Se le notaba incómodo, y quizá yo no sea demasiado sutil. En ocasiones, le he reprochado que no intente ampliar sus horizontes: ahora con internet, es fácil leer varios periódicos y tener diversas perspectivas. Suelo comentarle artículos de El País, el único periódico que él sigue, pero también de El Confidencial, de Público, de Libertad Digital, de El Plural. Él es fiel a El País, irracionalmente fiel.

En las elecciones, como mucha gente de izquierda, no quiso votar al PSOE, que es lo que venía haciendo desde siempre. Hace un mes me dijo que votaría a los comunistas. Le hablé de lo que había sucedido en Florida en 2000, y de como Moore, que estaba haciendo campaña por Nader, aconsejó a los votantes de Florida que votaran por Gore. A mi amigo le dije que votar por IU en aquella provincia era desperdiciar el voto, pero finalmente me equivoqué, porque los comunistas sí que obtuvieron un diputado allí.

Cuando hablamos la semana pasada, no se puede decir que estuviera contento con los resultados. Ni triste. Tiene otros problemas: la hipoteca, un coche que se cae a pedazos, la paternidad. Comencé a comentarle el programa electoral de IU. Me confesó que no lo había leído, pero que sí, que era cierto: algunas de sus propuestas eran un tanto extrañas, utópicas. Pronto cambió de tema.

A veces pienso que la gente no vota un partido, sino contra un partido. Evidentemente no mi amigo, sino mucha gente seguiría votando a los socialistas aunque estos pusieran en su programa que iban a instaurar un partido único y, por decir algo absurdo, entregar las fábricas a los dirigentes territoriales de éste.