lunes, 16 de junio de 2014

Uber, über alles


Imaginemos que alguien crea una aplicación de móvil, DigitFood: gente que cocina de más y propone compartir el plato extra a cambio de una pequeña cantidad de dinero. La eurocomisaria Neelie Kroes diría que "DigitFood no es el enemigo de los restaurantes. Esta innovación no va a desaparecer haciendo chantaje. Es el momento para que los restauradores, reguladores y responsables de DigitFood se sienten a dialogar". ¿Y qué tal una aplicación móvil para compartir conocimientos médicos, o masajes, o lo que sea? Sí, muy bien que se utilice la nueva tecnología, pero el hecho que una tecnología sea nueva no supone tener que saltarse las leyes.

 Una licencia de taxi en Madrid llega a costar casi 150.000 euros. Los taxistas están obligados a utilizar un vehículo que cumpla una serie de requisitos, a contratar un seguro con determinadas características, a trabajar cumpliendo una serie de normas. Ahora llega Uber y crea sus propias normas, empezando por el hecho de que su actividad se sitúa dentro de la economía informal. Los taxistas están obligados a pagar impuestos; los conductores que trabajan para Uber, no. 

Me causaron indignación las imágenes de los piquetes de taxistas. Creo que no deberían haber convocado una huelga. Habría bastado que se presentaran en los juzgados y denunciaran al Ayuntamiento de Madrid, que está permitiendo que taxis piratas circulen por la ciudad. Uber no es enemigo de los taxistas, es enemigo de la ley, señora Kroes.