He leído con sorpresa un artículo de hoy en El País. Ahora hay una campaña para que la mezquita de Córdoba se convierta en un edificio de titularidad pública. El principal argumento a favor es que, al tratarse de un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad, debe pertenecer a todo el mundo, a la humanidad. Vamos, como si dijeran que los edificios de Úbeda y Baeza, los monumentos renacentistas y las viviendas, deben ser de titularidad pública.
El País glosa un informe de la Plataforma Mezquita-Catedral en el que se concluye que el cabildo trata de "amputar todo rastro artístico islámico y andalusí" (¡!). Lo curioso es que hoy mismo se puede consultar la web de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba donde se especifican las diversas etapas constructivas por las que ha pasado el edificio, dedicándole una especial atención a sus orígenes islámicos.
Me temo que los miembros de la Plataforma Mezquita-Catedral, bien por cerrazón ideológica, bien por ignorancia logsiana, no saben distinguir muy bien entre el edificio en sí, la mezquita omeya luego reconvertida en catedral, y su función como sede episcopal.
En fin, no mezquita o catedral, ni siquiera mezquita-catedral, sino mezquita y catedral. ¡Cuánto tonto recibe subvenciones de la Junta de Andalucía!
