domingo, 16 de marzo de 2014

Ratatatá, ratatatá, ratatatá

Alaya smiles... at the moment
La juez Alaya ha recibido un repulsivo (y predecible) regalo de boda o de renovación de votos matrimoniales o de lo que quiera que hiciera ayer en loor familiar y olor reporteril: todos los columnistas de El País de Andalucía se han puesto de acuerdo, todos escriben contra ella. Concha Caballero le acusa de ser una misopolítica; José Manuel Atencia sugiere que toda la instrucción del caso de los ERE es un error; Juan Torres López, por fin, la trata como una desquiciada que pretende imputar a todos los andaluces (¿a ella misma también?). Vamos, el ratatatá mediático, que sigue al político, a Pezzi ("está desbarrando"), a Chaves ("su afán justiciero de abrir una causa general").

La verdad es que hace mucho que preocupa poco lo que hace Alaya. Todo el caso de los ERE, lo sospecho, quedará desactivado en el TSJA y en el Supremo. Al final, lo que hemos aprendido de todo esto es que en el régimen andaluz el dinero se reparte discrecionalmente, como afirmaron en la comisión el ex consejero Fernández y el propio Chaves ("el procedimiento era sucinto, escueto, con un amplio margen de discrecionalidad"), o que ni siquiera hay que seguirle el rastro, como admitió la ex consejera Álvarez, la inefable Magdalena ("se me pueden olvidar 12.000 millones, he manejado mucho más"). Vamos, que todo el dinero que recupere la Junta, tampoco muy empeñada en ello, volverá a ser repartido discrecionalmente en el capítulo de mamandurrias varias.