viernes, 13 de septiembre de 2013

In statu viae


El miércoles me desperté escuchando la SER y por un momento pensé que había sintonizado Catalunya Ràdio: Pepa Bueno y sus contertulios echaban leña al fuego. Parecían alegrarse de que Rajoy y los del PP tuvieran un problema de difícil solución. El presidente del Gobierno, después de todo, no puede hacer como Carme Chacón, mutis por el foro. 

Tengo claro que los catalanes pueden pedir la independencia, algunos, la mayoría. Cataluña puede convertirse en un Estado independiente. Lo que los políticos catalanes no pueden pretender, ni el Gobierno central permitir, es que lo hagan utilizando el marco legal de la Constitución de 1978: la soberanía, el poder absoluto corresponde al conjunto de los ciudadanos españoles, no a un grupo de ellos. Los catalanistas dicen que el pueblo catalán es soberano. Pues muy bien. ¿Por qué no expulsan a los representantes del Estado? ¿Por qué obedecen sus leyes?

Los catalanes pueden independizarse, pero no deben esperar que las relaciones comerciales con el resto de España continúen como hasta ahora. Pueden engañarse pensando que en el siglo XIX el resto de España compraba los productos textiles catalanes porque eran más baratos, que los ingleses (¿?), que el resto de España será siempre el mercado natural de los productos catalanes. Que no cuenten los de La Caixa con que mantendré mi cuenta allí; supongo que deberé cambiarme al Santander. Quizá algunos en lo que quede de España va a seguir comprando productos catalanes, pero yo desde luego no lo voy a hacer. 

Me importa menos que los catalanes quieran seguir formando parte de la UE, aunque resulta un poco extraño que quieran ingresar en un organismo cuyo objetivo último es la integración de todos sus miembros.  ¿Van a ponerse a calcular espurias balanzas fiscales como han hecho hasta ahora? ¿Van a pasar al Europa ens roba?

Sólo hay una cosa que me preocupa. Aquí, en Andalucía, los políticos son tan estúpidos como para seguir haciendo la cobertura a todas las tonterías que se perpetren en Cataluña. Los imbéciles béticos quizá quieran una Andalucía libre e independiente.