sábado, 5 de abril de 2014

La aguirrada


Cuando leí la hagiografía de Steve Jobs, me llamó la atención que éste condujera un coche sin placas de matrícula. Se supone que era para evitar que alguien, un periodista, un loco, un friqui de Apple, le pudiera seguir hasta su domicilio. No sé. Esperanza Aguirre, idólatra del país del dólar, seguro que le gustaría disfrutar de ese privilegio: la ley no tiene que ser igual para todos o, como diría Orwell, todos son iguales pero algunos son más iguales que otros. 

Admito que no sé cuál habría sido mi reacción en el momento, pero puedo asegurar que suelo tener un mayor respeto a la autoridad que el mostrado por la aristocrática Aguirre. Siempre procuro pensar que hay otros conductores y, que si a mí no me gusta encontrarme un carril taponado por un coche mal aparcado, tampoco a los demás les hará gracia encontrarse con mi destartalado utilitario.

El caso es que algo así no hubiera ocurrido en nuestra sociotopía andaluza: aquí hasta el último pelagatos del Partido de la Junta dispone de coche oficial.

Posteriormente y pasados unos instantes, una mujer se aproxima a uno de los Agentes de Movilidad, manteniendo una breve conversación, para a continuación meterse dentro del vehículo... Que en el momento que proceden a notificar la denuncia a la conductora, la misma comienza a realizar maniobras con la intención de iniciar la marcha y haciendo caso omiso a las indicaciones de los agentes de movilidad de DETENER el vehículo, golpeando con el lateral derecho del vehículo la motocicleta que se encontraba delante, tirándola al suelo.