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Hoy he leído en un periódico digital que el PSOE mima a Antonio Fernández para que no cante. Tan fanático como soy de The Wire, no he podido menos que pensar en Wee-Bey Brice, el matón de Avon Barksdale y Stringer Bell, el sicario que se ocupaba de todos los asuntos sucios de la organización. Una escena memorable de la primera temporada: Wee-Bey, mientras da cuenta de un pepito y de una ensalada de patata, comienza a confesar asesinatos que ni siquiera ha cometido. Sabe que los Barksdale se ocuparán de su mujer y de su hijo. ¿Cuál será el precio de Antonio Fernández?