Sospecho que están intentado convertir Jaén en un gigantesco plató para rodar películas posapocalípticas. Las pertinaces lluvias y sus consecuencias, los baches que hay en las carreteras (algunos son atajos que llevan directamente a Nueva Zelanda) y esa nueva costumbre impuesta de no arar los olivares han dotado al paisaje de un aspecto desolador. A veces tengo miedo de encontrar un enjambre de zombis en la siguiente curva...